Las expectativas juegan un rol central en el desenvolvimiento de la economía. Y mas si se trata de la inflación. En el ultimo Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM), difundido por el Banco Central, los analistas auguraron que las presiones inflacionarias cederán en lo que resta del año, una tendencia que no se sabe cuánto más se podrá extender una vez que pasen las elecciones, en noviembre próximo. Y la inflación bajará por dos factores, según indica a LA GACETA, Fernando Marengo, economista jefe de Arriazu Macroanalistas. Por un lado, incidirá la depreciación del tipo de cambio, con un comportamiento que viene al 1% promedio mensual. Por el otro, porque los precios internacionales dejarán de subir.  Pero también hay cuestiones domesticas. Marengo identifica que puede esperarse un deterioro de la situación fiscal durante el resto del año “en la idea de que el Gobierno intente maximizar la cantidad de votos en las elecciones, que redundará también en una mayor expansión monetaria y en una mayor presión en el mercado de cambio”. No obstante, el economista tucumana advierte que el Banco Central tiene todavía poder de fuego para controlar ese tipo de cambio. El problema subyace cuando las empresas deban reponer stock y, frente a la incertidumbre, no sabe cuáles pueden llegar a ser los precios para el futuro.

En este contexto, los ajustes salariales pueden continuar, ya sea porque el Gobierno defina mejorar el poder adquisitivo de la sociedad o porque los sindicatos presiones para reapertura de paritarias. “En el corto plazo habrá un impacto positivo en el poder de compra y, eventualmente, en el consumo, pero muchas veces un aumento nominal termina esfumándose vía inflación y terminan siendo el mismo ingreso o tal vez peor que antes”, analiza.

Durante 2018 y 2019, la inestabilidad cambiaria provocó varias aceleraciones inesperadas de la inflación, que golpearon sucesivamente al poder adquisitivo de los ingresos. Para revertir esta tendencia, el Frente de Todos empezó su gestión dando incrementos de suma fija a los asalariados formales, señala un reporte de Ecolatina. A la vez, mejoró el ingreso de perceptores de asignaciones y jubilaciones mínimas, intentando cumplir sus promesas de campaña. Si a estas medidas le sumamos la tarjeta Alimentar -una transferencia en especie, alimentos, para familias de bajos recursos-, resalta el carácter progresivo de estas medidas de arranque de 2020. Lo ultimo que se observo fue el adelantamiento, por efecto de la inflación, del salario mínimo que en septiembre (y no en febrero del año que viene) será de $ 29.160. El objetivo gubernamental es “generar todos los instrumentos necesarios para que el ingreso de los trabajadores y las trabajadoras crezca en términos reales”, según la resolución firmada por el ministro de Trabajo, Claudio Moroni.

Pero, ¿que pasara con el consumo? Las restricciones de oferta, por efecto de la pandemia, rápidamente se convirtieron en un ataque a la demanda, en tanto el freno a la circulación provocó un fuerte deterioro en el empleo y los ingresos de los trabajadores.  

Esta dinámica afectó de manera directa a la mitad de los trabajadores (incluyendo todas las modalidades de contratación). No obstante, este impacto no fue homogéneo: por la prohibición de despidos, garantía parcial del salario vía ATP y otras medidas, quienes pertenecían al sector formal tuvieron una protección mayor que los trabajadores no registrados. Esta asimetría se profundizó con la apertura de paritarias que apuntaló, otra vez, el poder adquisitivo de los empleados registrados. De hecho, el salario registrado creció casi 29% entre abril y octubre del año pasado, ubicándose “apenas” 2 puntos porcentuales por debajo de la inflación del período, según Ecolatina.

Los más perjudicados

Por el contrario, los trabajadores informales y cuentapropistas se vieron más perjudicados. En conjunto, en estas modalidades se ubican más de 8 de cada 10 trabajadores de los últimos tres deciles de ingresos laborales. Si bien hubo asistencia para estos sectores -IFE, bonos para beneficiarios de asignaciones, entre otros-, en la mayoría de los casos estuvo lejos de compensar la pérdida previa de ingresos. A la vez, al estar al margen de las regulaciones laborales, la destrucción de puestos de trabajo fue mayor, dado que no había “prohibiciones de despidos” o doble indemnización que los protegiera en el corto plazo. Para peor, la continuidad de algunas restricciones y un nivel de actividad que no logra alcanzar los valores pre-Covid impiden todavía que el empleo de estos sectores vuelva a los niveles de cierre de 2019.  

De este análisis se desprende que el sesgo progresivo de la política de ingresos de comienzos de gestión se fue desvaneciendo con el correr del tiempo -y la pandemia-, advierte la consultora. Esta dinámica se vio agravada por la evolución reciente de las paritarias. Ante el imposible cumplimiento de la meta de inflación anual (29%), el gobierno comenzó a validar negociaciones del orden del 40%, tanto en el sector público -los trabajadores del Congreso y PAMI como casos testigo- como privado, con Camioneros como primer ejemplo, según el diagnostico privado. En la misma línea, más explícita que implícitamente se invita a una reapertura de las negociaciones que ya quedaron desfasadas, y la actualización de la paritaria de los trabajadores bancarios marcó el camino en este sentido. En este escenario, una vez más, los salarios formales les sacarán ventaja a informales.  

Esta mejora efectiva de paritarias a los pocos meses de los cierres originales, en lugar de cláusulas gatillo o de renegociación por aceleraciones inflacionarias, refleja que el principal objetivo del Poder Ejecutivo, en este plano, es mejorar la dinámica del consumo antes de las elecciones. Ahora bien, en esta oportunidad, en lugar de alentar los ingresos de los sectores más desprotegidos -algo que pasa, por ejemplo, con los aumentos de sumas fijas- se favorecerá al tope de la pirámide salarial, puntualiza Ecolatina.

La inflación

¿Qué se proyecta para lo que resta del año?

Según el Relevamiento de Expectativas del Mercado (REM), los analistas proyectaron que la inflación minorista para este 2021 se ubicará en 48% interanual, disminuyendo en 0,3 punto respecto de los pronósticos provistos a fines de mayo (48,3%). Para mayo pasado, la mediana de las estimaciones de quienes participaron en la encuesta previa del REM, difundido por el Banco Central, sugería una inflación de 3,6% mensual, esto fue 0,3 punto mayor al dato observado en ese mes. Para junio, la mediana de las estimaciones se ubicó en 3,2%. Para los meses siguientes el total de participantes proyecta una trayectoria levemente descendente en la inflación promedio mensual. “El promedio mensual de las variaciones esperadas entre junio y diciembre es de 2,9%”, dice el reporte.

El consumo

Cómo repercutirá, según el nivel de ingresos

Las recomposiciones de los ingresos alentarán la recuperación de la demanda de bienes no básicos y servicios, los consumos de los deciles mejor ubicados. Según Ecolatina, los tres deciles más altos destinan casi un 75% de sus ingresos a compras “no indispensables”. En cambio, al bajar en la pirámide y analizar al 30% más pobre, se verifica que este porcentaje está cerca del 40%. Así, es probable que las ventas de estos rubros, las más golpeadas durante 2020, empiecen a recuperarse en la segunda mitad del año -vacunas y caída de contagios y restricciones mediante-. Parte del rebote dependerá del éxito de la política antiinflacionaria: más allá de qué números se renegocien en paritarias, un traslado a precios moderado será fundamental para que las ventas efectivamente puedan mejorar.

El salario formal

Van por la escalera y la inflación, por el ascensor

Los últimos datos oficiales disponibles sobre la evolución del ingreso promedio de los asalariados formales del sector privado (un salario bruto mensual de $ 81.465 y neto de casi $ 67.600) indican que, en mayo la variación mensual contra abril fue de 1,2% mientras que el índice general de precios aumentó 3,4% en el mismo período. Es decir que en mayo el salario, en términos reales, cayó, remarca un reporte de Invecq Consulting. La comparación interanual indica lo mismo: un aumento de los salarios con respecto a mayo 2020 de 42,8% con una inflación anual del 48,8%. En términos reales, la caída interanual del salario promedio de la economía argentina en el quinto mes del año (y a cuatro meses de las elecciones) fue del 4,5%, mientras que si comparamos los primeros cinco meses de 2020 con igual periodo de este año la caída llega al 6,2%.

Proyecciones

De cuánto será el crecimiento del salario real

La decisión del Poder Ejecutivo de alentar estas reaperturas marca su intención de convalidar un nuevo equilibrio de mayor inflación y mayor salario, que impliquen un mayor consumo, para el período electoral. Aunque el vuelo de este año será menor a los de la década pasada, se intentaría ir a una dinámica similar a la de 2013 y 2015: resignación del objetivo de precios en pos de impulsar la demanda.
Con este escenario, Ecolatina proyecta que el salario real de los trabajadores registrados crecería 3,5% en la segunda mitad del año, comparado con la primera parte de 2021. De esta forma, agrega la consultora privada, más que se revertiría la caída del primer semestre logrando que los salarios les ganen a los precios por primera vez desde 2017.

Efecto electoral

Adiós a la disciplina fiscal

Según Invecq, el deterioro de los ingresos familiares es transversal a la distribución del ingreso, lo que explica que las medidas, con mayor o menor intensidad, apunten a todos los segmentos de la población. Con el único objetivo electoral como norte, la política de los próximos meses abandonará en gran medida la disciplina fiscal con la que se manejó en el primer semestre del año, profundizará la distorsión de precios relativos con el control y congelamientos de grandes precios del sistema económico e intervendrá directamente sobre “mercados sensibles” aún cuando los efectos negativos de mediano plazo sean absolutamente conocidos, como es el caso de los cupos de exportación de carne vacuna para conseguir al menos una moderación del precio interno. Quedan dos meses para las elecciones primarias y el gobierno está dispuesto a poner toda la carne al asador, incluso la que era para exportación.

Medidas

¿Qué hizo el gobierno?

En prestaciones sociales, la fórmula de movilidad jubilatoria aumentó un 12,1% en junio y podría superar el 13% en septiembre. Así, el poder adquisitivo de las jubilaciones dejaría de caer. A este mecanismo automático se le sumarían bonos para las prestaciones mínimas o más bajas. En programas asistenciales, subió el salario mínimo vital y móvil. También otorgo subsidios económicos para el congelamiento tarifario como el de la Ley de Zonas Frías, que subsidia el consumo de gas a más de cuatro millones de hogares. En salarios públicos, intenta mejorarlos con negociaciones paritarias que recuperen parte de lo perdido en los últimos años. Hay otras varias medidas ya tomadas como la reducción del impuesto a las ganancias de la cuarta categoría, la exención de IVA a las compras hechas con la Tarjeta Alimentar, el adelantamiento del 20% de la Asignación Universal (AUH) de diciembre, y demás.